lunes, 18 de septiembre de 2017

LLORA, LLORA TODO LO QUE TENGAS QUE LLORAR.

Acompañaba a una amiga en el funeral de su hijo fallecido, cuando escuche que alguien le dijo, "No llores, déjalo ir". Luego le contaba una historia, la cual busque en Internet, sobre una luz que no podía brillar porque las lágrimas la apocaban.

Este tipo de historias son muy conmovedora, pero no son verdad. La verdad es lo que la palabra de Dios dice, y en la biblia encontramos que el mismo Dios hecho hombre lloró, (Juan 11:35). Su amigo Lázaro había fallecido, pero sus lágrimas no fueron por el dolor de la perdida de su amigo, pues Él sabia  a que había llegado hasta allí, y no era para otra cosa sino para resucitarlo. Las lágrimas del Señor fueron por la incredulidad de aquellos que habían visto sus milagros, sus señales, sus prodigios, y ahora en un momento de angustia todo se había olvidado. Ahora era mas fácil creer cualquier cosa, cualquier historia que creer la verdad.

Llora, llora todo lo que tengas que llorar, porque eres un ser humano. Tu ser querido ya partió desde el mismo momento en que expiró. Llora porque el mismo Señor dijo que había que hacerlo cuando un grupo de mujeres lloraban ante la cruz al ver al Señor clavado allí. Dice Lucas 23:28. Mas Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.

Aquellos hijos no habían muerto, y el Señor les dijo que lloraran por ellos. ¿Porque les dijo eso? Porque por causa de la caída del hombre el pecado entró al mundo, y tanto ellas como sus hijos estaban en esa condición pecaminosa. ¿Se imaginan ustedes a una mujer pecadora tratando de criar hijos que también son pecadores? Creo que no es necesario imaginarlo, pues el pan de cada día. Hijos rebeldes, desobedientes, voluntariosos, ingratos. Y que decir de las madres. A muchas de ellas se les olvidó la función que cumple una madre, y dejan a sus hijos abandonados, por el simple hecho de que ellas también fueron abandonada por sus  esposos. Están cargadas de rencor. Todo esto despierta la ira de Dios, y trae consecuencias fatales. No en vano dice la palabra del Señor en Lamentaciones 3:39. ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado.

Pero también hay una esperanza, dice Mateo 5:4. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

En aquel funeral vi a mi amiga llorar, luego vi que la consolaban, pero el vació va a seguir  en ella por mucho tiempo. El real consuelo viene de parte de Dios cuando lloramos por nuestros pecados y los confesamos. Proverbios 28:13 dice. El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

El dolor que sienten las personas cuando alguien muere a parte de ser por la perdida de su ser querido, es por no haber hecho lo que le correspondía hacer cuando quien murió estaba aún con vida. Esos momentos cuando se dijeron tantas cosas hirientes, y ahora y ya es tarde para pedir perdón. Pero como ya lo dije en Cristo hay esperanza, porque el real perdón que las personas necesita para que su alma tenga un real consuelo y descaso, y además aprendan a criar a tus hijos en disciplina y amor del Señor, es el perdón de Dios.

Si eres una persona que vive angustiada, LLora, llora por tus pecado y se consolada por el Dios eterno, y recibe el mejor regalo que alguien te puede dar, el perdón, la salvación de tu alma, y la vida eterna en Cristo Jesús.  

Salmos 32 - La Dicha Del Perdón.

1. Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
2. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.
3. Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
4. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah
5. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
6. Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.
7. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás. Selah
8. Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.
9. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.
10. Muchos dolores habrá para el impío;
Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.
11. Alegraos en Jehová y gozaos, justos;
Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.